Tras haber sobrevivido a los más terribles presagios
que algunos vaticinaron para el 21 de diciembre, y que preconizaban una
hecatombe de proporciones impredecibles, llegamos a finales de un año 2012
bastante convulso y accidentado, un año más de activismo, de rebeldía y
disidencia, y todo ello superando obstáculos y dificultades especialmente
económicas, que a nosotros, como ciudadanos comunes, nos afectan. Desde el CELE
ya estamos preparando un nuevo año de actividades, planificando y organizando
los eventos que tendrán lugar el próximo año, el cual esperamos que sea más
fecundo y prolífico que el actual, que nos ayude a superarnos y continuar
difundiendo la cultura que consideramos más que necesaria vital, el soporte que
toda acción política necesita para cimentar una visión concreta del mundo, para
enriquecerla y fortalecerla, puesto que lejos de cualquier consideración de
tipo partidista, del electoralismo y cualquier otra actividad propia de las
agrupaciones políticas bendecidas por el sistema o en las que se apoya el
mismo, nosotros creemos firmemente en una cosmovisión, en la necesidad de
construir una visión global de las cosas, de la defensa de valores y
principios, y, por encima de todo, creemos en el combate cultural, puesto que
sin cultura no es posible construir un proyecto político sólido y firme.
El año 2013 va a ser un año especial, puesto que se
conmemora el 200 aniversario del nacimiento de uno de aquellos hombres que aparece
como símbolo de toda una época, y que cuyas connotaciones abarcan mucho más que
el propio ámbito artístico en el que desarrolló su existencia. Me estoy
refiriendo a Richard Wagner, una figura con muchos prismas, y que para conocer
su arte debemos comprender primero su Cosmovisión que tomó forma a través de su
estilo, de su forma de concebir el arte total, siempre atendiendo a un punto de
vista político-ideológico muy determinado. Wagner fue capaz de escenificar a
través de sus obras un mundo totalmente revolucionario, no en vano había una
voluntad de transformación integral del hombre, hablaba de la necesidad de
crear a un hombre nuevo. Una suerte de superhombre nietzscheano, de hecho las
vivencias compartidas con el filósofo alemán marcaron uno de los episodios
biográficos más interesantes de la vida de Richard Wagner. Este artículo no
tiene la intención de someter a un análisis la obra de Wagner, ni mucho menos
presentar un retrato político-ideológico del autor, puesto que esta tarea está
en manos de los conferenciantes que, a lo largo del año 2013, irán
presentándonos y exponiéndonos con meridiana claridad todos los aspectos que
formaron parte de la compleja figura del hombre y el artista, y que serán
acompañados también por una serie de actos que nos permitirán valorar y
dignificar la vida y obra de uno de los autores más representativos del arte y
la historia de la era contemporánea. Wagner será el leivmotiv, término que acuñó el propio autor germano, y que no
solamente nos descubrirá aspectos relacionados con el propio autor, sino que
también nos permitirá adentrarnos en todo aquel espectro cultural, político e
ideológico en el que se vio envuelto, puesto que no podemos ignorar el contexto
histórico en el que devinieron sus obras y su pensamiento, puesto que todos
somos hijos de nuestra época, y, por tanto, expuestos, en mayor o menor medida,
a los condicionantes de nuestro tiempo, y Richard Wagner no fue una excepción
en ese sentido, todo ello pese a su inquebrantable voluntad transformadora que
lo convirtieron en vanguardia y referente de su tiempo.
Sirva a modo de epílogo al presente texto, y al
mismo tiempo de inicio del Año Wagneriano, las palabras que Wotan dirige hacia
su hija Brünnhilde y con las cuales desposee a su hija de su inmortalidad y
deja de ser una Walkyria. Es la segunda de las cuatro óperas que componen El Anillo del Nibelungo, uno de los
tantos momentos culminantes del drama wagneriano.
Nunca más te enviaré desde
el (Walhall;
nunca más te indicaré;
nunca más conducirás
vencedores
a mi sala;
en el íntimo banquete de
los dioses
nunca más me presentarás
familiarmente la cuerna;
nunca más te acariciaré
la boca virginal;
de la divina tropa
estás separada,
expulsada
de la estirpe de los
eternos:
¡rota está nuestra unión,
proscrita estás de mi vista!
proscrita estás de mi vista!