El río Esla -antiguo Astura- en su descenso
desde los picos de Europa, se encuentra con diferentes embalses que retienen su
incansable avance hacia el sur, justo hasta el Duero cuando ambos se encuentran
en plenos Arribes.
En este eterno viaje de las aguas, un viajante
se puede encontrar con grandes sorpresas camino al sur, o camino al norte
remontando el río. Esas sorpresas se muestran en forma de construcciones de
tiempos pretéritos pero que hoy se hallan más o menos conservadas. Y aunque son
muchas las cuestiones que se pueden encontrar para este artículo sólo
hablaremos sobre dos de ellas: El monasterio de Santa María de Moreruela y el
Castillo de Castrotorafe.
Ambos se hallan en la margen oriental del Esla,
separados por unos 14 kilómetros entre sí; siendo accesibles desde el tramo de
carretera Zamora-Benavente (N-630). Este par de lugares comparten una
desgracia: su ruina.
·
El
Castillo de Castrotorafe, otrora emplazamiento soberbio con su castillo y sus
murallas para proteger la villa y sus habitantes, hoy es un despoblado.
Sembrado por pedazos más o menos grandes, de aquella muralla que se levantaba
junto al Esla.
·
El
monasterio de Moreruela, una maravilla arquitectónica producto de la llegada
del Cister durante la edad media. Hoy se conserva su cabecera de tres alturas,
y apenas unos muros más del interior de la iglesia. El claustro es inexistente
así como todos los techos.
Estos lugares evocan cierta grandeza de
periodos pasados, donde unos construían altos muros para defenderse de los
peligros que acechaban incansables en sus tiempos; otros construían altos muros
porque según decían: “Ad maiorem
Dei gloriam”.
Dijera cada cual lo que dijese, el hecho es que
hoy nada de aquello importa. Tal cosa es lo que se refleja en los antiguos
muros. Una decadencia sin freno, una lucha perdida contra el imparable tiempo
que va mellando todo, porque todo es cuanto alcanza.