sábado, 7 de febrero de 2015

Crónica de la conferencia "Rusia contra todos"

Debido a lo complejidad y a los desencuentros que genera el tema, desde el CELE se entendió que era muy necesaria una conferencia sobre la cuestión de Rusia, Ucrania y Occidente. De modo que planteamos una conferencia transversal, que abarcase todas las vicisitudes del conflicto geopolítico que tenemos en Europa del este, y que además, rechazase de pleno cualquier dogmatismo o prejuicio al respecto. Ya de entrada afirmamos que nosotros estamos con el pueblo europeo y no con gobiernos demo-liberales.




El primero de los ponentes empezó a tratar sobre geopolítica teórica, definiéndola como “la repartición del poder a nivel mundial”. El estudio geopolítico ha experimentado una creciente importancia con la globalización y cualquier análisis geopolítico debe estar acompañado de una exhaustiva contextualización: Los hechos deben ponerse en su línea histórica. 

La importancia de la geopolítica aumentó sin cesar desde la aparición de los imperios que expandieron sus dominios por todo el mundo. Desde el siglo XV fueron forjándose distintos imperios abarcando mares y continentes. Toda esta expansión imperial y el desarrollo de nuevas armas, llevó a las conocidas como primera y segunda guerra mundial en la primera mitad del siglo XX, donde se enfrentaron las grandes potencias a lo largo y ancho del planeta. Tras 1945 el mundo se transformó en un sistema bipolar donde dos superpotencias se disputaban áreas de influencia a nivel mundial. En 1991 la guerra fría acabó, y la hegemonía total de EEUU durante esa década se hizo muy patente, se habló desde EEUU del “fin de la historia”, pero en realidad la historia parece plantear todavía nuevas vías y aperturas. 




En tercer y último lugar, el primer conferenciante ubicó el origen de la importancia geopolítica de Rusia en su expansión imperial desde la edad media, que tuvo su culminación con la dinastía Romanov (1612-1918). El Imperio ruso se extendía a través de Europa y Asia, llegando incluso hasta América. Sobre las cenizas del Imperio fue creada la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En el periodo de la guerra fría, la URSS ejercía la hegemonía ideológica y su influencia mundial a través de la financiación de partidos, movimientos sociales, guerrillas, el envío de armas o la intervención directa en algunos Estados, como reflejo del poder y acciones de  EEUU respecto al bloque occidental.




La Federación Rusa, surgida en 1991 tras una importante pérdida de influencia geopolítica, se ven sumida en el caos social, económico y político: Privatizaciones, crisis económicas y sociales, inestabilidad política, las guerras de Chechenia, un periodo de decadencia e inestabilidad con Boris Yeltsin bajo la presidencia. El siglo XXI  encumbra al poder a Vladimir Putin, que se hace ver ante el pueblo ruso como el reflejo de un gran y antiguo príncipe o Zar ruso, que acabará con los males que azotan al pueblo: Resolverá la crisis, acabará con la oligarquía, traerá el orden y el renacer del poder ruso… Eso decía él. Sin embargo los hechos parecen mostrar algo diferente, como es el reemplazo de las oligarquías y la creación de un “nacionalismo oficial”.

El segundo conferenciante habló sobre el caso concreto del conflicto en Ucrania, principalmente sobre el caso del Donbass, en el este, que se rebeló contra el gobierno de Kiev surgido del golpe del Maidan y se configuró como Estado independiente bajo el nombre de Novorossia. Allí, el fascismo como sujeto histórico, aparece como enemigo de Rusia, pero la realidad es que entre los combatientes de Novorossia no hay un esquema absoluto, son de diferentes ideologías que están allí para defender ese territorio del gobierno pro-americano de Kiev.




Del lado ucraniano, oficialista, tenemos una serie de combatientes nacionalistas conocidos como el “batallón Azov”, que son financiados abiertamente por un magnate ucraniano y sionista que responde al nombre de Igor Kolomoisky. Así mismo, el grupo nacionalista ucraniano “Pravi Sektor” (sector derecho) tiene entre sus filas dirigentes  sionistas como Borislav Bereza y también se deja asesorar por militares sionistas como Asher Joseph Cherkassky. Todo esto no quita la existencia de un nacionalismo ucraniano que realmente esté con su pueblo y no apoye el sionismo genocida.

Finalmente, el segundo conferenciante trató el tema económico en torno a Ucrania, que es un país enorme en extensión y rico en recursos naturales con el que EEUU desea materializar una alianza y, desde Rusia, no quieren perder su influencia. Así se plantea una situación de amenazas constantes con el corte de gas ruso a Ucrania y también al resto de Europa. Por su parte EEUU quiere que Europa sólo comercie con quien EEUU decida, y cerrarle al resto de Europa los recursos rusos, decisión que,  ante todo nos dañaría a los europeos, puesto que supone someterse a dictados extranjeros y renunciar a la plena autonomía económica y comercial. También esta guerra económica le sirve a EEUU para alejar a Rusia del resto de Europa y viceversa.





Tras la conferencia, tuvo lugar un largo y fructífero debate, donde el público pudo preguntar cuanto estimó oportuno a los conferenciantes, que respondieron detalladamente a todas las cuestiones planteadas, como por ejemplo acerca del futuro entre las relaciones Europa occidental-Rusia, el posible desenlace de la guerra en el Donbass, la comparación entre la guerra de Yugoslavia de la década de 1990 con la Ucrania actual, “las revoluciones de colores” o “las primaveras árabes”.