Debido a lo
complejidad y a los desencuentros que genera el tema, desde el CELE se entendió que era
muy necesaria una conferencia sobre la cuestión de Rusia, Ucrania y
Occidente. De modo que planteamos una conferencia
transversal, que abarcase todas las vicisitudes del conflicto
geopolítico que tenemos en Europa del este, y que además, rechazase
de pleno cualquier dogmatismo o prejuicio al respecto. Ya de
entrada afirmamos que nosotros estamos con el pueblo europeo y no con
gobiernos demo-liberales.
El primero de
los ponentes empezó a tratar sobre geopolítica teórica,
definiéndola como “la repartición del poder a nivel mundial”.
El estudio geopolítico ha experimentado una creciente importancia con la
globalización y cualquier análisis geopolítico debe estar
acompañado de una exhaustiva contextualización: Los hechos deben
ponerse en su línea histórica.
La importancia
de la geopolítica aumentó sin cesar desde la aparición de los
imperios que expandieron sus dominios por todo el mundo. Desde el
siglo XV fueron forjándose distintos imperios abarcando mares y continentes.
Toda esta expansión imperial y el desarrollo de nuevas armas, llevó
a las conocidas como primera y segunda guerra mundial en la primera
mitad del siglo XX, donde se enfrentaron las grandes potencias a lo
largo y ancho del planeta. Tras 1945 el mundo se transformó en un
sistema bipolar donde dos superpotencias se disputaban áreas de
influencia a nivel mundial. En 1991 la guerra fría acabó, y la
hegemonía total de EEUU durante esa década se hizo muy patente, se
habló desde EEUU del “fin de la historia”, pero en realidad la
historia parece plantear todavía nuevas vías y aperturas.
En tercer y
último lugar, el primer conferenciante ubicó el origen de la importancia
geopolítica de Rusia en su expansión imperial desde la edad media,
que tuvo su culminación con la dinastía Romanov (1612-1918). El Imperio
ruso se extendía a través de Europa y Asia, llegando incluso hasta
América. Sobre las cenizas del Imperio fue creada la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En el periodo de la
guerra fría, la URSS ejercía la hegemonía ideológica y su influencia
mundial a través de la financiación de partidos, movimientos sociales,
guerrillas, el envío de armas o la intervención directa en algunos
Estados, como reflejo del poder y acciones de EEUU respecto al
bloque occidental.
La Federación
Rusa, surgida en 1991 tras una importante pérdida de influencia
geopolítica, se ven sumida en el caos social, económico y
político: Privatizaciones, crisis económicas y sociales,
inestabilidad política, las guerras de Chechenia, un periodo de decadencia e inestabilidad con Boris
Yeltsin bajo la presidencia. El siglo XXI encumbra al poder a
Vladimir Putin, que se hace ver ante el pueblo ruso como el reflejo
de un gran y antiguo príncipe o Zar ruso, que acabará con los males
que azotan al pueblo: Resolverá la crisis, acabará con la
oligarquía, traerá el orden y el renacer del poder ruso… Eso
decía él. Sin embargo los hechos parecen mostrar algo diferente,
como es el reemplazo de las oligarquías y la creación de un
“nacionalismo oficial”.
El segundo
conferenciante habló sobre el caso concreto del conflicto en
Ucrania, principalmente sobre el caso del Donbass, en el este, que se
rebeló contra el gobierno de Kiev surgido del golpe del Maidan y se configuró como Estado independiente bajo el nombre de
Novorossia. Allí, el fascismo como sujeto histórico, aparece como
enemigo de Rusia, pero la realidad es que entre los combatientes de
Novorossia no hay un esquema absoluto, son de diferentes ideologías
que están allí para defender ese territorio del gobierno pro-americano
de Kiev.
Del lado
ucraniano, oficialista, tenemos una serie de combatientes
nacionalistas conocidos como el “batallón Azov”, que son financiados abiertamente por un magnate ucraniano y sionista que responde al
nombre de Igor Kolomoisky. Así mismo, el grupo nacionalista
ucraniano “Pravi Sektor” (sector derecho) tiene entre sus filas
dirigentes sionistas como Borislav
Bereza y también se deja asesorar por militares sionistas
como Asher Joseph Cherkassky. Todo esto no quita la existencia de un
nacionalismo ucraniano que realmente esté con su pueblo y no apoye
el sionismo genocida.
Finalmente, el segundo conferenciante
trató el tema económico en torno a Ucrania, que es un país enorme
en extensión y rico en recursos naturales con el que EEUU desea materializar una alianza y, desde Rusia, no quieren perder su influencia. Así
se plantea una situación de amenazas constantes con el corte de gas
ruso a Ucrania y también al resto de Europa. Por su parte EEUU
quiere que Europa sólo comercie con quien EEUU decida, y cerrarle al
resto de Europa los recursos rusos, decisión que, ante todo nos dañaría a
los europeos, puesto que supone someterse a dictados extranjeros y renunciar a la plena autonomía económica y comercial. También
esta guerra económica le sirve a EEUU para alejar a Rusia del
resto de Europa y viceversa.
Tras la
conferencia, tuvo lugar un largo y fructífero debate, donde el
público pudo preguntar cuanto estimó oportuno a los
conferenciantes, que respondieron detalladamente a todas las
cuestiones planteadas, como por ejemplo acerca del futuro entre las
relaciones Europa occidental-Rusia, el posible desenlace de la guerra
en el Donbass, la comparación entre la guerra de Yugoslavia de la
década de 1990 con la Ucrania actual, “las revoluciones de
colores” o “las primaveras árabes”.