jueves, 3 de mayo de 2012

Visita al Parque del Laberinto de la Horta


El Parque del Laberinto de Horta (también llamado Jardines del Laberinto de Horta) es el jardín histórico más antiguo que se conserva en Barcelona. Se halla en el distrito de Horta-Guinardó, cerca de la Sierra de Collserola, en la antigua finca que perteneció a la noble familia Desvalls. Se divide en dos zonas características: un jardín neoclásico del siglo XVIII y un jardín romántico del siglo XIX.

Es un espacio muy grande, rodeado de un típico bosque mediterráneo lleno de pinos. Está repleto de esculturas alegóricas.

Se sabe que en el año 965 la familia Orta ocupó ese espacio, de ahí el nombre del distrito. En 1095 existía una parroquia, Sant Joan d’Horta. Tres siglos después, esa zona, que se halla elevada por encima del llano barcelonés, se convirtió en refugio de nobles y mercaderes, los cuales construyeron monasterios, palacios, casas de veraneo, etc. Incluso allí estuvo el primer zoológico de la ciudad.


La familia Desvalls ya poseía una finca allí desde el siglo XIV. Algunos dicen que tenía una torre fortificada templaria.

A finales del siglo XVIII, en 1791, el Marqués de Llupià decidió empezar las obras de los jardines, al estilo neoclásico tan de moda en aquella época. En plena guerra contra Francia, en 1793, contrató a mil trabajadores en paro para rebajar una de las colinas del enclave, y para buscar aguas subterráneas. Ya en 1796 el Barón de Maldà, Rafael Amat Cortada, ya describe juegos de agua, caminos, decorados y explica cómo unos amigos suyos se perdieron en el laberinto.


Allí colaboró el arquitecto italiano Domenico Bagutti. La ejecución de las obras corrió a cargo de Jaume y Andreu Valls y del jardinero francés Jospeh Delvalet

El marqués de Alfarràs murió antes de acabarse las obras. Sus herederos las continuaron sin cambiar nada del simbolismo del lugar, fiel a las ideas de entonces de la Ilustración. Ese jardín tenía como objetivo plasmar físicamente su ideología. Era principalmente un jardin neoclásico con el famoso laberinto de cipreses que da nombre al parque, y todo un conjunto de elementos relacionados con la mitología griega.


A mediados del siglo XIX fue ampliado el parque, bajo la dirección del arquitecto Elies Rogent, con un jardín romántico con parterres, plazas, grandes árboles y una cascada. Se añadió al jardín neoclásico un canal de agua entre la terraza superior y la intermedia.

En 1880 se creó un jardín doméstico al lado del palacio Desvalls. Es curioso observar la decadencia: jardín neoclásico; romántico;doméstico. A finales del siglo XIX se organizaban veladas sociales y culturales con representaciones de teatro al aire libre.

En 1967 la familia Desvalls cedió el parque al Ayuntamiento de Barcelona que lo abrió al público en 1971. Con fondos de la Unión Europea se sometió a una amplia restauración en 1994.

El parque es un jardín-museo con un número de visitantes limitado (máximo 750 personas al mismo tiempo), para preservar el ámbito natural y las estructuras del área. El antiguo palacio acoge desde 1993 el Centro de Formación del Laberinto, instituto municipal para la formación en jardinería, así como una biblioteca especializada en ese campo.

Cerca de la entrada del parque se encuentra el antiguo palacio de la familia Desvalls, edificio con elementos de estilo neoárabe y neogótico de gusto más que dudoso. Dentro de este conjunto se conserva también la Torre Subirana, antigua torre medieval de defensa, seguramente contra las incursiones berberíscas y de piratería del norte de África.

El parque, con una superficie de 9,1 ha, tiene como hemos dicho dos partes: jardín neoclásico y jardín romántico. Veamos primero el neoclásico, el cual se halla dividido en tres terrazas escalonadas:

En la terraza inferior se encuentra el laberinto que da nombre al parque, formado por 750 metros de cipreses recortados. En la entrada hay un relieve en mármol de Ariadna y Teseo, con la inscripción “Entra, saldrás sin rodeo, / el laberinto es sencillo, / no es menester el ovillo / que dio Ariadna a Teseo”, en el centro del hay una estatua de Eros y a la salida se halla la gruta de Eco y Narciso, con la inscripción “De un ardiente frenesí / Eco y Narciso abrazados, / fallecen enamorados, / ella de él y él de sí.”

En la terraza media, justo por encima del laberinto, destacan dos templetes de estilo italiano con estatuas de Danae y Artemisa y columnas toscanas. Al lado de la gran escalera que sube al tercer nivel se encuentra un busto de Dionisio, dios del vino y la exuberancia.

En la terraza superior se levanta el pabellón dedicado a las nueve musas, coronado por una escultura que representa el arte y la naturaleza. Debajo se puede leer la inscripción en latín Artis Naturaque Parit Concordia Pulchrum” (la armonía del arte y la naturaleza engendra belleza) y al lado Ars Concors Foetum Naturae Matris Alumbrat” (el arte armonioso da luz al fruto de la madre naturaleza). Detrás del pabellón se encuentra un gran estanque nutrido por la fuente de la ninfa Egeria, con peces de colores.

El jardín romántico se organiza en una serie de parterres a la sombra de grandes árboles. Parece ser que el jardín romántico fue construido para aludir al tema de la muerte (había una copia de un pequeño cementerio medieval, hoy desaparecido) mientras que el jardín neoclásico gira en torno al tema del amor. Amor y muerte, los viejos temas sobre los que giran las inquietudes humanas.

La belleza de este sitio ha sido aprovechada para eventos importantes, tales como recepciones de la alta nobleza como las que se hicieron a los reyes Carlos IV (1802), Fernando VII y Alfonso XIII (1929), representaciones teatrales como la tragedia de Goethe “Ifigenia en Tauris” que se hizo el 10 de octubre de 1898, grabaciones de películas (escenas de la película El Perfume fueron rodadas en el parque). Incluso Jorge Luis Borges hace referencia al parque en “El jardín de los senderos que se bifurcan.”


En resumen, un sitio imprescindible para visitar en Barcelona, con un conocimiento adecuado del sitio y su simbología.